Ahora que no estás.

Hoy me desperté más temprano de lo normal. Tenía frío, estaba cansada. El sol aún no tocaba la ventana de mi habitación.

Abrí mis ojos, era claro que el sueño se había marchado.
No pude dormir bien. Mi piel gritó tu nombre durante toda la noche. Mi cabello clamaba por tus dedos enredados en mi cabeza.

Mis manos,que aún estaban tibias por el calor de mi cama, sugerían acariciar tu rostro. Tu barba punzante como los cáctus que adornaban mi mesa de noche, había enloquecido a mis sentidos.

Tu mirada penetrante de ojos oscuros se había quedado tatuada en mis pensamientos.

Eras vos lo único que yo quería en ese frío insante. Sólo vos para alegrar mi desesperante madrugada.

No entiendo como hiciste para lograr que hasta mis venas te extrañen. Nunca lo esperé, no soñaba con sentir esto, pero lo hiciste! Pudiste clavar tu esencia en cada una de mis células.

Te necesito, es obvio. Esta rara manía mía de querer estar con vos se está volviendo obsesión.

Abro un poco la ventana. Y le reclamo al último suspiro de la luna tu ausencia. Es la luna misma quien me hace entender que no fuiste vos quien se fue, sino yo quien te dejo partir.

Y ahora te vas. Y por mi mente pasa una bitácora de todo lo que vivimos juntos.

Todo cuanto mi necesad dejó marcharse.

Y si pudiera regresar el tiempo, tan solo un momento, tomaría tu rostro en mis manos, besaría tus labios, y te haría saber lo que siento.

Aunque antes te lo haya dicho vos ya sabés que lucho día tras día por ser más cariñosa. Pero algo bloquea mi corazón, quizás el miedo al doror, al ser lastimada. Y aunque vos lo único que hiciste fue quererme, mimar mis anhelos, y endulzar mis carencias yo nunca super corresponderte. Hacerte ver lo que mi alma quería gritarte, pero hoy te extraño.

Son tan pocos los días que han pasado desde que no estás, sin embargo, parecen años. Aún no me acostumbro a caminar sola por las calles.
Yo te necesito, y lo admito.

Me he refugiado en los besos de alguien más, pero no, no es lo mismo. Nadie se compara con vos. Es tu boca la que quiero. Son tus brazos los que conocer la perfecta manera de tomar mi espíritu.

Y ahora que no estás tendré que callar a mi piel cuando grite tu nombre en el silencio que inunda mis noches.

Y a veces...

No lo pensé. Simplemente actué de acuerdo a mis impulsos. Impulsiva? Sí claro, vos lo sabés. ¿Y por qué? No sé, son cosas que pasan. A veces hablo demás y pienso muy poco.
Yo caminaba, divagaba más bien; mi mente estaba perdida, buscaba desesperadamente un lugar para llorar.
La lluvia caía, mojaba mis mejillas, mojaba mi pelo. Mis labios estaban fríos. Yo temblaba. Claramente estaba nerviosa.
Suelo ser una persona fría, no muy mimada. ¿Segura? No, tal vez sí soy mimada, tal vez tengo un lado amoroso muy fuerte que oculto, prefiero mantenerlo bajo llave.
A veces mi frialdad es más fuerte que mis emociones.Sin embargo, mi mente necesitaba llorar. Y los nervios aún invadían mis pensamientos.
Caminé, seguí andando. Mi ropa estaba empapada. Mis dedos entumecidos, y es que yo sabía que te iba a encontrar, que mientras siguiera caminando me iba a topar con vos. Pasarías frente a mí, mi mirada se perdería aún más. Los latidos de mi corazón se acelerarían por vos. ¿Por quién? Por él, por quien nunca esperé, a quien nunca soñé. Simplemente tenía que pasar.
Era un juego, amor se llamaba el juego. Decidí entrar. Jugar. ¿Y qué más daba? Igual yo quería hacerlo... Y sí, iba a tener consecuencias, pero a veces me aburro. Me aburro de tanta cotidianeidad. Y quisiera escapar, romper la burbuja donde he vivido por 18 años. Entonces no pensé en las consecuencias. Era un simple juego. Y pasó. No sé exactamente que fue lo que sucedió. Pero fue bueno.
Todas mis palabras sobre guardar el corazón, sobre seguir cuidando lo que por tanto tiempo tuve bajo llave, todo eso se fue. Parece que se iba con la corriente del río.
Y ahora lo veo. Lo entiendo.Y a veces olvido que yo dí algo más que el frío de mi boca. Era obvio, también entregaría el corazón.
Pero miro atrás. Regreso a la historia. La historia donde él pasaría frente a mi. Y así fue. Pasó y congeló mi rostro por un segundo. Tomó mi mano y pudo sentir como el témpano de mi alma se derretía en sus brazos.
¿Era un sueño? No, era mi realidad; la cual no quería aceptar. Es que hace tanto tiempo no pasaba por eso.
Y después cayó la noche, ya mi piel se había secado. Caminé hasta llegar a casa. Puse mi corazón en el buró. Me acosté, me volví hacia la ventana. Y observé cada gota de lluvia que caía. Pude escuchar mi corazón a mi lado latiendo tan fuertemente. Él logró hacerle cosquillas a mi alma. Apasionó mi espíritu, y endulzó mi sonrisa con sus labios.
Yo no conocía esa sensiblidad que había en mí. Creí que era utópico todo eso, y no lo fue.
Y a veces pienso que fue el destino. Quién sabe...