Y a veces...

No lo pensé. Simplemente actué de acuerdo a mis impulsos. Impulsiva? Sí claro, vos lo sabés. ¿Y por qué? No sé, son cosas que pasan. A veces hablo demás y pienso muy poco.
Yo caminaba, divagaba más bien; mi mente estaba perdida, buscaba desesperadamente un lugar para llorar.
La lluvia caía, mojaba mis mejillas, mojaba mi pelo. Mis labios estaban fríos. Yo temblaba. Claramente estaba nerviosa.
Suelo ser una persona fría, no muy mimada. ¿Segura? No, tal vez sí soy mimada, tal vez tengo un lado amoroso muy fuerte que oculto, prefiero mantenerlo bajo llave.
A veces mi frialdad es más fuerte que mis emociones.Sin embargo, mi mente necesitaba llorar. Y los nervios aún invadían mis pensamientos.
Caminé, seguí andando. Mi ropa estaba empapada. Mis dedos entumecidos, y es que yo sabía que te iba a encontrar, que mientras siguiera caminando me iba a topar con vos. Pasarías frente a mí, mi mirada se perdería aún más. Los latidos de mi corazón se acelerarían por vos. ¿Por quién? Por él, por quien nunca esperé, a quien nunca soñé. Simplemente tenía que pasar.
Era un juego, amor se llamaba el juego. Decidí entrar. Jugar. ¿Y qué más daba? Igual yo quería hacerlo... Y sí, iba a tener consecuencias, pero a veces me aburro. Me aburro de tanta cotidianeidad. Y quisiera escapar, romper la burbuja donde he vivido por 18 años. Entonces no pensé en las consecuencias. Era un simple juego. Y pasó. No sé exactamente que fue lo que sucedió. Pero fue bueno.
Todas mis palabras sobre guardar el corazón, sobre seguir cuidando lo que por tanto tiempo tuve bajo llave, todo eso se fue. Parece que se iba con la corriente del río.
Y ahora lo veo. Lo entiendo.Y a veces olvido que yo dí algo más que el frío de mi boca. Era obvio, también entregaría el corazón.
Pero miro atrás. Regreso a la historia. La historia donde él pasaría frente a mi. Y así fue. Pasó y congeló mi rostro por un segundo. Tomó mi mano y pudo sentir como el témpano de mi alma se derretía en sus brazos.
¿Era un sueño? No, era mi realidad; la cual no quería aceptar. Es que hace tanto tiempo no pasaba por eso.
Y después cayó la noche, ya mi piel se había secado. Caminé hasta llegar a casa. Puse mi corazón en el buró. Me acosté, me volví hacia la ventana. Y observé cada gota de lluvia que caía. Pude escuchar mi corazón a mi lado latiendo tan fuertemente. Él logró hacerle cosquillas a mi alma. Apasionó mi espíritu, y endulzó mi sonrisa con sus labios.
Yo no conocía esa sensiblidad que había en mí. Creí que era utópico todo eso, y no lo fue.
Y a veces pienso que fue el destino. Quién sabe...